Isaac era el hijo de la promesa que Dios le hizo a Abraham. Nació de una mujer casi estéril y de un anciano. Su nombre significaba “risa”. Isaac fue creciendo y creciendo, y Abraham estaba feliz con su hijo. Un día Dios le dijo a Abraham: quiero que tomes a tu hijo y me lo sacrifiques en el monte Moriah (Génesis 22). Dios le estaba pidiendo a Abraham su único hijo (la raíz de único significa: “especial, lo más especial que tú tienes”). Abraham llamó a Isaac y le dijo “vamos a ir a sacrificar”, para Isaac esto no tenía nada extraño porque había visto muchas veces a su padre ir a sacrificar, a adorar a Dios, a levantar un altar a Dios.
Dios le había dicho a Abraham que sacrificara a su hijo, pero él les dijo a sus siervos que iba a adorar. Abraham hizo esta declaración porque estaba seguro en quien había creído. El Dios que él tenía era un Dios de amor, que aún si él mataba a su hijo, Dios tenía poder para resucitarlo. Abraham hizo una declaración de Fe. Las declaraciones de Fe son muy importantes. Cuando llegaron al monte Moriah, Abraham ató al niño. En ese lugar iba a entregar lo mejor que tenía, lo ató y colocó sobre él la leña. Abraham afiló el cuchillo, lo levantó y tenía que clavarlo en la yugular.
Isaac significaba para Abraham: posteridad, descendencia, una nación, la promesa de Dios, esperanza, proyección, futuro, todo lo que él había esperado por tantos años, todo estaba puesto en el altar para Dios. Cuando iba a hacer el corte un ángel le dijo: “Abraham no lo toques”, entonces se dio cuenta que entre los espinos estaba engarzado un cordero.
En ese momento Isaac fue sacado de allí, pero estaba preparado el cordero que iba a ser inmolado en su lugar.
Dios es un Dios de amor, no le permitió a Abraham que sacrificara a su hijo. Dios nunca te va a pedir que tú hagas algo más, de lo que puedas hacer, pero Dios nunca te va a pedir que hagas algo que El no esté dispuesto a hacer por ti. Cada vez que te despojas de algo es porque lo mejor está por venir.
Dios no le devolvió a su hijo Isaac le devolvió una nación, porque a partir de ese momento Dios le dijo: desde ahora te llamarás “Padre de multitudes”, porque ahora si estás en condiciones de ser Padre de naciones, porque tuviste hasta el último momento un corazón recto para darme lo que más amabas, yo te voy a dar a ti más de lo que tú has pensado y entendido.
Hasta el día de hoy Abraham es el “Padre de la Fe”. Porque Dios honra a los que le honran y El es un Dios de palabra. Es un Dios de honor. Dios está dispuesto a forjar una descendencia de hombres y mujeres con esa mentalidad de honor. Hombres y mujeres que caminen estando seguros en quien han creído.
Todos necesitamos una experiencia con Dios, sino hablaremos de los que otros experimentan. Abraham tuvo una experiencia con Dios y su vida nunca más fue la misma.
Abraham fue llamado “Padre de la Fe” hasta el día de hoy tan solo con creer a la palabra de Dios. Dios es un Dios de palabra. Lo que Dios dice lo cumple. La descendencia de Abraham fue tan grande que no se puede contar.
APÓSTOL SILVIA MURATORE
lunes, 21 de julio de 2008
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