viernes, 29 de agosto de 2008

LA OBEDIENCIA (2) apóstol y maestro Juan Ballistreri

Todos sufrimos en la vida de una u otra manera, pero no todos aprendemos obediencia, de manera que luego volvemos a sufrir por lo mismo. No podemos ignorar la consecuencia de la desobediencia. Si caminamos por el techo de nuestra casa ignorando que en algún lado se termina, nos caemos al piso dándonos un gran golpe. Luego preguntamos: ¿Señor por qué?, ¡Yo no sabía!. Dios nos responde: lo siento mucho, la ley de gravedad sigue funcionando pese a tu ignorancia.

Recordemos siempre: ignorancia no cancela la consecuencia de desobediencia.

Dios siempre quiso una relación de obediencia. Tanto ángeles como hombres fracasamos en este intento, pero Dios no cuenta las veces que caemos sino cuántas veces nos levantamos. Si hay posibilidades de triunfar en esta vida, depende en gran parte de nuestra decisión.

Esas posibilidades descansan en darle a Dios el lugar de ser el Señor en nuestras vidas, sin este señorío nunca llegaremos a su santa y soberana vocación. El espíritu debe ser Señor de nuestra vida, no solo salvador, por lo tanto debemos dejar de tomar los mensajes que oímos en la iglesia como sugerencia, y hacer que comiencen a determinar el rumbo de nuestra vida.



Él tiene que ser:

Señor de tu vida. Señor de tu hogar. Señor de tu trabajo. Señor de tu dinero. Señor de tu tiempo. Señor de tus acciones.

Muchas personas vienen buscando compasión en los líderes de la iglesia, pero en realidad lo que vienen a buscar es que les pasen las manos y les digan que lo que están haciendo está bien. Ya se les ha dicho antes qué hacer, pero como no les gustó, buscan a otro que les diga lo que ellos quieren. Solo obediencia genera autoridad.

Cuando usted camina en esta dimensión puede hollar serpientes y escorpiones por la autoridad que genera la obediencia y no necesita mucha oración para ser libre de situaciones de la vida. Debemos venir a las reuniones para ser informados y disponernos a cambiar o alinearnos a la voluntad de Dio.

Nosotros, si somos obedientes a Dios, podemos convertirnos en fuente de bendición para otros, pero ¿cómo lo vamos a ser si nos pasamos la vida pidiendo ayuda? No podemos bendecir nuestra casa o nación si nos pasamos orando sólo por nosotros, necesitamos ser obedientes para que cuando vengamos a la iglesia sea para irnos más elevados en nuestra relación con Dios.

La Biblia dice: "Por la desobediencia de uno los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Rom. 5:19).

Muchas personas se ofenden porque creen que los pastores no les dan mucha importancia a sus problemas como quisieran que se les dé. Algunos se enojan y se toman horas contando el problema y uno tiene que mirarlos, sin saber cómo decirles sin que se ofendan, que uno también tiene problemas. Y el pastor tiene algunos problemas mayores que el de ellos porque la unción, mientras, mientras más grande es, más problemas trae, pero es allí donde se debe establecer el verdadero mensaje del evangelio.

Si usted viene para que yo ore por sus necesidades, lógicamente que eso va a ayudar porque es bíblico y Dios no se equivoca. Pero la situación no cambia de raíz, porque los problemas se disuelven por autoridad de Dios y esa autoridad viene por obediencia, y el que tiene que obedecer a Dios es Usted.

Algunos les dicen a los predicadores que les den lo que Dios les ha dado a ellos, pero eso ridículo. Lo que quieras de Dios debes de edificarlo en la obediencia a su palabra.

Máxima: dificultad que no venzas, será dificultad que debes de rendir nuevamente.

Muchos dicen, ¿cómo hace este predicador para saber lo que sabe?. Esa pregunta tiene una respuesta sencilla: hace lo que tiene que hacer en el tiempo que lo debe hacer.

La bendición de Dios nunca califica por la necesidad, a Dios no lo mueve eso sino su obediencia.

En esta parte debo ser sincero en una explicación bíblica reveladora, y es la siguiente: Cristo durante su vida terrenal paso al lado de miles de sufridos que nunca ayudó, heridos que no sanó, pobres que no libertó, colonias de leprosos que no visitó.

Recordemos pues que Bartimeo tuvo que gritar, la mujer del flujo de sangre tuvo que contender, en el estanque de Betesda muchos se quedaron sin ser sanos. En una oportunidad Cristo estaba en un culto de milagros en casa de un hermano y al ver una multitud de necesitados se fue por la puerta de atrás, sin solucionarles el problema. ¿Por qué sucede esto? Porque la necesidad no hace a la bendición.

El propósito eterno de Dios no es bendecirte, sino que la bendición de Dios es un resultado de la obediencia.

Esta iglesia no es el resultado de la casualidad, no es el gusto de un hombre llamado Juan Ballistreri, es la suma de cosas que comienzan por la mente de Dios y la suma de actitudes y acciones de personas que han hecho lo que tenían que hacer para que ahora suceda lo que tiene que suceder.

La bendición de Dios nunca llega si no tenemos iniciativa. Muchas veces, cuando aún no había alcanzado la madurez, le transfería a la gente lo que Dios me revelaba, pero veía que la gente se quedaba esperando que eso sucediera y lo usaban como escudo. Entonces me di cuenta que hacía más mal que bien. Ahora espero que la gente madure y me guardo esa palabra sólo para los maduros.

Dios puede querer muchas cosas para nosotros, y sin lugar a dudas lo ha dicho. Pero somos nosotros los que tropezamos con nuestro destino, pues tiempo y ocasión le suceden a todos.

Sal de este capítulo tropezando con tu destino y hazlo obedeciendo a Dios para que se cumpla en ti todo lo bueno que la Biblia y Dios dicen de ti.

El amor de Dios no es suficiente para que nuestra vida sea cambiada (lo podemos ver en San Juan 3:16 y 2 Pedro 3:9), sin embargo, hay gente que se pierde todos los días y muchos no son librados. Esto tiene una explicación, y es que para que el amor de Dios sea activado necesita lo siguiente: Efesios 2:8, "Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe". Es la combinación de "gracia" y "fe", es decir una convicción interna, que manifiesta lo esperado. Es actuar como si fuera cuando no lo es, por fe en realidad sí lo es. La fe manifiesta la esperanza.

Romanos 4:13-16ª. Dice: "Sino por la justicia de la fe". La fe es obedecer lo que se ha dicho y no pensar durante dos días en lo que se ha dicho.

Volvamos a nuestros hogares y hagamos un inventario de dónde estoy y en dónde debería estar. Comienza a trazar estrategias de los mensajes que has oído y decide ser obediente en áreas de tu vida donde hay debilidad. "Aunque andamos en la carne no militamos según la carne" (2 Cor. 10:3)

Esto indica que las armas de Dios sirven para destruir esas fortalezas de nuestra mente que usted defiende vigorosamente y quizás es lo que lo está destruyendo. Si usted no las derriba de su mente, ellas impiden que entienda la palabra de Dios; si usted se protege con sus fortalezas no podrá obedecer.

Las armas de Dios tienen ese poder cuando vuestra obediencia sea perfecta (v.6). En otras palabras, ningún arma funciona si primero no funciona en ti; si no te corta a ti, no puede cortar a nadie ni siquiera al enemigo.

La Palabra tiene que entrar en ti para luego salir.

Aprende de las circunstancias de la vida y ya no sufras más esas mismas situaciones. Así como Cristo, seamos por la obediencia tierra de bendición para nuestra familia y todo lo que nos rodea.

miércoles, 27 de agosto de 2008

LA OBEDIENCIA, EL SECRETO DE LA AUTORIDAD (1)



" Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia"

Hebreos 5:7-8

Este es un tema para entender varias cosas, entre las que destacamos:

Podemos hacer en la vida muchas inversiones en vano, trabajar mucho y no hacer nada. El activismo no es señal de éxito, éste es un error que no podemos darnos el lujo tener. Según la escritura leída podemos comenzar diciendo que la obediencia produce autoridad.

Vemos que Cristo clamaba peticiones sobre su vida en la vida a quien podía librarle (Heb.5:5-6). Lo curioso es que Cristo hacía oraciones, no para ser librado del problema, sino para encarar la situación. Es en esto que debe haber un cambio urgente en nuestra mente, es decir, buscar el ser dotados de lo necesario para hacer la misión y no ser librados de la misma.

Podemos adelantar que esto no es ni sencillo ni normal. Cristo, según Fil. 2:8, dice: "Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz". Podemos entender que todo lo que hizo Jesús en la tierra, lo hizo en condición de hombre, ya que Dios no clamaría a Dios; Dios no puede ser ungido y Cristo fue ungido.

Entonces pues, podemos deducir que Jesús aprendió obediencia porque antes de aprenderla no la tenía. Este pensamiento no nos cae bien al comienzo, pero es necesaria para nuestra madurez.

Una máxima para este punto sería que: La obediencia se aprende y no es un don de Dios.

Todas las pruebas que tenemos en la vida sirven para tener éxito, pero la desobediencia tiene consecuencias, y esto es inevitable. La obediencia aprendida por Jesús (v.9), es el producto de sus padecimientos. Él la perfeccionó y eso le otorgó una posición.


Veamos los dos tipos de perfección

Perfección inocente.

Se puede aplicar a Adán. Cuando Adán fue creado era perfecto en inocencia; cuando esa perfección fue puesta a prueba, falló.

Perfección comprobada.

Se entiende desde el punto de Cristo. El fue creado en inocencia, pero al ser probado no falló.
Cuando la perfección de Jesús fue probada en obediencia, se convirtió en fuente de salvación. Cuando el Señor nació vino a ser el salvador pero aún no lo era hasta que fue perfeccionado, por eso fue designado sacerdote por Dios.

Cuando vemos a Cristo en la carne podemos deducir que nosotros podemos desarrollar un nivel de obediencia el cual desatará una unción y una autoridad a la altura de Cristo.

Hebreos 1:1-5 nos relata lo que ya ha conquistado Cristo, y la palabra para resaltar es "hecho" (v.4). no nos habla del nacimiento de María, sino que cuando consigue la posición que ha venido a buscar, el Padre le da esa potestad llenándolo por la obediencia. Para lograr esto tuvo que vencer al enemigo en todas las áreas de su vida.

Para convertirnos en hijos de Dios debemos poseer nuestro destino, es decir podemos nacer de nuevo, pero eso significa que tenemos el potencial de ser hechos hijos de Dios. San Juan 1:12 habla de "ser hechos". Es digno de destacar que los que le reciben tienen ese privilegio, pero hay una basta diferencia entre ser niños y herederos; la palabra aquí es "potestad", alguien que tiene derechos adquiridos.

Cristo aprendió obediencia pues no nació con ella y, como todo ser humano, tenía que sujetarse. Cuando llega a la edad de 30 años, antes de cruzar el Jordán, se oye una voz del cielo que decreta: "Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia". Lo cual indica que Jesús obedeció en su vida natural, y nada ministerial.

No es el ministerio lo que da unción, es la obediencia lo que produce autoridad. No es la palabra lo que da autoridad, sino el cumplimiento y la sumisión a ella. Él dijo: "No solo de pan vive el hombre" y no comió pan. Jesús sabía la palabra y obedeció la palabra.

La sinceridad no vence a Satanás, tampoco el deseo de vencerlo; el diablo sólo respeta autoridad. Podemos ser sinceros y estar sinceramente equivocados. La sumisión de Satanás es solamente a autoridad obtenida por sumisión a Dios. Cuando las personas no se someten a nadie, es decir a personas con autoridad de Dios, no están habilitadas para la guerra espiritual. Todo lo que Cristo sufrió se convirtió en una posibilidad de acumular obediencia en lugar de acumular quejas.

Cada oportunidad de sufrimiento se convirtió en una oportunidad para obediencia, entonces el consejo es: En cada prueba hay una posibilidad de graduarnos.

APÓSTOL Y MAESTRO JUAN BALLISTRERI

martes, 5 de agosto de 2008

lunes, 4 de agosto de 2008

sábado, 2 de agosto de 2008

viernes, 1 de agosto de 2008

PRECIOSO JESÚS